- Raciones: 6 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 45
- Tiempo de Cocinado: 75
- Calorías: 380
- Dificultad:
Fácil
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En Recetas de la Abuela nos confesamos santos devotos de las albóndigas, un plato redondo capaz de levantar pasiones incluso entre los más sibaritas. La albóndiga, conocida también como bolitas de carne o pelotillas en Madrid, no quedan delimitadas exclusivamente a España, sino que pueden encontrarse en multitud de gastronomías a lo largo y ancho del mundo. Grosso modo, se trata de una bola de carne picada y debidamente condimentada, que más tarde se fríe en aceite.
Precisas sus orígenes es una tarea infructuosa, ya que se cree que existen desde tiempos inmemorables, surgiendo además de manera simultánea en diferentes culturas aisladas. Evidentemente, la historiografía tiene algo que contarnos al respecto, llevándonos hasta a un lugar remoto de Asiria en el siglo IX a.C., y más concretamente a la ciudad de Kalkhu. Resuena el nombre del rey Asurnasirpal II, artífice junto a su padre de la consolidación del país como potencia.
Capaz de proyectar obras faraónicas, movilizó a miles de trabajadores que se encargarían de levantar una gran muralla, así como los canales y otras obras civiles de envergadura. Como muestra de gratitud por el esfuerzo colosal llevado a cabo por su pueblo durante años, organizó uno de los mayores banquetes que se recuerdan en la ciudad. Allí habríamos asistido a un despliegue culinario sin precedentes; bueyes, pescados, corderos e, incluso, antílopes.
De semejante comilona nacen las tablillas de arcilla de Yale, el que se considera primero libro de cocina de la humanidad, donde se recoge, precisamente, la receta de albóndigas primigenia, la cual, para asombro de algunos, se parece muchísimo a la actual. Más tarde otras versiones harían su aparición estelar en obras como De re coquinaria, y sobre todo, en la Edad Media. De cualquier forma, estas albóndigas con salsa de cebolla son una delicatessen dignas de un banquete real.
Ingredientes
Instrucciones
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- Mezclaremos las carnes molidas en un bol junto al ajo picado muy finamente, seguido de los huevos batidos, el vino, la pimienta, la sal y el perejil picado. Sin el mínimo reparo, homogeneizaremos la mezcla con las manos, pudiendo utilizar guantes de nitrilo para ello. Dejaremos reposar la preparación al menos dos horas para que los sabores se potencien.
- Transcurrido el tiempo, formaremos bolas con las manos, de un peso aproximado de 30 g cada una, resultando un total de 24 albóndigas, cantidad suficiente para 4 o 6 personas. Desmenuzaremos el queso azul en trozos no excesivamente pequeños, y a continuación, con el pulgar, realizaremos un agujero justo en el centro de la albóndiga, sin llegar a atravesarla.
- Tomaremos el queso, e iremos rellenando las albóndigas, sin olvidarnos luego de tapar el agujero, quedando el queso fundente en el núcleo. Apretaremos la carne fuertemente para compactarla y evitar que quede aire en el interior. Repite el proceso con el resto de albóndigas, tras lo cual, las pasaremos por harina, procurando que no carguen demasiada para evitar un sabor farináceo.
- En una parisién, verteremos abundante aceite de oliva virgen extra suave, calentándolo a 180º a fuego medio. Con que cubran hasta la mitad es suficiente, aunque siempre recomiendo, en este y cualquier otra fritura, que el producto quede completamente sumergido. Freiremos las albóndigas, a razón de 5 o 6 por tanda, pues de otro modo correremos el riesgo de que el aceite se enfríe.
- Las freiremos un minuto por cada lado, sin necesidad de que queden completamente cocinadas, pues luego hervirán un rato en la salsa. Escurriremos las albóndigas con una araña, sacándolas a un plato amplio provisto de papel de cocina absorbente. Entretanto, iremos preparando la salsa, salteando la cebolla en juliana en un sauté hasta que se ablande, sin que adquiera un tono dorado.
- Esto nos llevará no más de 5 minutos, para después, incorporar la harina que cocinaremos con la cebolla, como si de una roux se tratase. Tampoco es necesario que agarre color, no obstante, recomiendo cocinarla lo suficiente para que luego la salsa no tenga regusto a harina. Finalmente, añadiremos el caldo caliente, sazonándolo y removiéndolo mientras hierve a fuego lento 10 min.
- Con una espumadera, retiraremos la espuma de la superficie, reduciendo la salsa otros 5 min. Después, trituraremos con la batidora, consiguiendo una salsa trabada de consistencia homogénea. Volveremos nuevamente a poner al fuego la salsa, esta vez, incorporando ya las albóndigas, que se terminarán de cocina dentro. Taparemos y contaremos otros 5 min más.
- Como sugerencia de presentación, os proponemos servir las albóndigas calientes en un plato hondo, espolvoreando un poco de perejil fresco picado y esparciendo algunas almendras fileteadas por encima. Nada mejor para acompañar estas albóndigas, que unas deliciosas patatas fritas, o mejor aún patatas paja. Plato castizo, con miles de años de historia y que nunca defrauda.
- ¡Qué aproveche!
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