- Raciones: 4 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 25
- Tiempo de Cocinado: 40
- Calorías: 520
- Dificultad:
Fácil
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El arroz constituye el alimento principal de la humanidad, contando con una importancia mayúscula en todo oriente. Este cereal, con nombre botánico Oryza sativa, pertenece a la familia de las gramíneas, de ahí su extraordinaria resistencia y asombrosa adaptación al medio. Las gramíneas logran sobrevivir en ambientes imposibles, incluso resistiendo los embistes del cambio climático, lo que ha permitido históricamente su distribución por cualquier latitud del planeta.
Según recientes investigaciones, se cree que su cultivo se remonta a hace más de 7.000 años, domesticándose por primera vez en el sureste de Asia, para más tarde proliferar en Asia e India. Su dispersión por los países mediterráneos es mucho más tardía, alrededor del año 350 a.C. Precisamente, la península ibérica resultó pionera en su consumo, gracias a la impronta cultura que dejaron los árabes, extendiéndose desde aquí al resto de Europa ya entrada la Edad Media.
Actualmente, se cultiva en la friolera de 42 países, abarcando desde los inalcanzables valles del Himalaya hasta el delta de ríos tan caudalosos como el Ebro. Disponemos de casi tantas variedades como consumidores, clasificándose grosso modo en tres categorías: grabo largo (índico), grano medio (híbrido) y grano corto (japónico), cada uno con unas características que van más allá de su propia morfología. En España se cosecha índico y japónico en igual proporción.
Destaca nutricionalmente por su alto contenido en hidratos de carbono complejos, hasta un 80% en función de la variedad, acaparando el almidón buena parte de este macronutriente. Posee una cantidad de grasa desdeñable, y una proporción de proteína pequeña, amén de proporcionarnos minerales tan fundamentales como el fósforo, potasio y magnesio. Igualmente, supone una fuente excepcional de vitamina B, por lo que puede incluirse indiscriminadamente en multitud de dietas.
En España, su elaboración ha quedado prácticamente circunscrita en exclusiva a la paella, sin embargo, sus posibilidades son inagotables dada su genuina versatilidad. Algunas recetas, como el arroz con carne picada, son una solución ideal para conformar un plato nutricionalmente completo, donde tienen cabida tanto hidratos como proteínas. Además, su sencillez lo convierte en un bocado muy socorrido para esos días en los que no disponemos de tiempo para cocinar.
Ingredientes
Instrucciones
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- A efectos prácticos, este no deja de ser un arroz compuesto básicamente por dos elaboraciones diferenciadas que más tarde confluyen en el mismo plato. Tenemos, por un lado, la fritada, algo así como una especia de pisto con carne picada, y por otro, sirviendo de base, lo que se conoce normalmente como arroz pilaf o en blanco, típico acompañamiento usado en Oriente Medio.
- Comenzaremos, pues, con la fritada, cortando la cebolla y los pimientos en brunoise. En un sauté verteremos 4 cucharadas de aceite de oliva virgen extra, calentándolo a fuego bajo e incorporando inmediatamente las hortalizas, mientras sudan durante 10 minutos. Cuando adquieran un tono transparente, incorporaremos la carne picada previamente salpimentada.
- Subiremos al fuego al máximo y doraremos profusamente la carne. He optado por un mix de carne picada de vacuno (babilla) y cerdo (magro), encargándose este último de aportar jugosidad. Cuando la carne se haya dorado, podemos antes especiarla un poco, paso completamente opcional aunque aconsejable, decantándome en este caso por un poco de comino y orégano.
- Manteniendo el fuego al máximo, añadiremos el tomate natural triturado o, en su defecto, 3 o 4 tomates pera despepitados y rallados. Una vez el tomate haya prácticamente evaporado la totalidad del agua que contenía, bajaremos el fuego al mínimo, cociendo el conjunto por 20 minutos. Justo aquí se haría recomendable, si queremos más potencia, mojarlo con alcohol.
- Desde el vino blanco, pasando por el vino tinto o vino rancio, hasta el brandy, en función de gustos y preferencias. Los alcoholes contienen sustancias volátiles capaces de transformar nuestra percepción de los sabores, consiguiendo que se vuelvan más profundos. Bastará con una pequeña cantidad que evaporaremos prácticamente en su totalidad, agregando después un poco de agua.
- El agua es simplemente para prolongar la cocción, ya que dependiendo del tomate empleado, es posible que llegados a este punto no tengamos líquido suficiente para cocer la carne. Probaremos y corregiremos de ser necesario el punto de sazón, sin olvidarnos de la acidez, corrigiéndola con azúcar si estuviera demasiado alta. Entretanto, nos dispondremos a cocer el arroz en blanco.
- También en un sauté, aparte, echaremos tres cucharadas de aceite de oliva virgen extra, rehogando los tres ajos partidos a la mitad junto con un par de capas de cebolla, dorándolo a fuego medio antes de agregar el arroz. Subiremos el fuego al máximo y lo nacararemos, procurando que la grasa se instale en la capa superficial del grano, volviéndolo transparente.
- Añadiremos tres partes de agua por cada parte de arroz, es decir, en nuestro caso, 900 ml de agua del grifo, cociendo el arroz a fuego medio por 16 - 18 min, atendiendo a las instrucciones del distribuidor. Una vez el arroz se encuentre ligeramente al dente, lo apagaremos y dejaremos reposar 5 minutos tapado antes de servirlo, tiempo suficiente para que termine de secarse.
- Como sugerencia de presentación, te proponemos servir una generosa cantidad de arroz en el plato, retirando antes los ajos y la cebolla. Encima, colocaremos con un cucharón la carne picada con tomate, rematando con un poco de perejil fresco espolvoreado. Plato completo, nutritivo, económico y que gusta irremediablemente a todo el mundo. Sin lugar a dudas, todo un acierto.
- ¡Qué aproveche!
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