- Raciones: -
- Tiempo de Preparación: 18
- Tiempo de Cocinado: 30
- Calorías: 270
- Dificultad:
Fácil
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Muchos se sorprenderán al saber que la ensalada césar nació en México, más concretamente en Tijuana, de la mano de un inmigrante italiano llamado Cardini. La famosa e internacional ensalada de lechuga y pollo surgió, como tantas otras veces, fruto de la casualidad e improvisación. Corría el año 1926, una mañana cualquiera, Cardini se empeñó en invitar a sus amigos a comer, percatándose rápidamente de que no contaba en casa con demasiado con lo que agasajarles.
Sus amigos, indulgentes, le dijeron que no se preocupara, que bastaría con un pequeño aperitivo. Con unas sobras que rodaban por la cocina, un poco de lechuga y salsa inglesa, crearía para regocijo de sus invitados la mítica ensalada césar. Siempre estuvo rodeada de enorme controversia, pues su autor abjuraba de las anchoas, ingrediente que acabó imponiéndose más tarde. Llegó a registrarse como marca comercial bajo varios nombres con diferentes formulaciones.
Pronto incursionaría en Estados Unidos, causando auténtico furor entre la farándula hollywoodiense, presentándose como una vanguardista exquisitez en los hoteles más lujosos. Desde entonces ha sufrido diversas transformaciones, aunque su aderezo, el hilo conductor de la ensalada, ha permanecido constante a lo largo de los años. Tal vez no sea la ensalada más hipocalórica del mundo, pero sí un delicioso acompañamiento para una carne o pescado.
La técnica, si bien no podría clasificarse de compleja, requiere de cierta atención por nuestra parte. A decir verdad, la auténtica ensalada cesar, ni siquiera lleva pollo, sin embargo, al imaginario popular ha trascendido de esta manera, por lo que es de justicia incluirlo. Personalmente, me gusta emplear pollo asado, no obstante, un contramuslo hervido o, incluso, aprovechándolo de un caldo o sopa de cocido, nos alcanzará sobradamente para esta elegante y atemporal ensalada.
Ingredientes
Instrucciones
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- Resulta conveniente o aconsejable llevar a cabo el aceite de ajo con un día de antelación, consiguiendo un sabor más intenso, aromático y concentrado. Pelaremos los dientes de ajo y retiraremos el germen, machacándolos en un mortero. Los dispondremos en un tarro hermético, calentando, por otra parte, en un cazo el aceite, hasta que quede tibio, sin sobrepasar los 60º.
- Verteremos el aceite sobre los ajos, y aguardaremos a que se atempere antes de cerrarlo. Dejaremos infusionar a temperatura ambiente, guardando el tarro en la nevera por la noche. Al día siguiente, precalentaremos el grill del horno, rallando al mismo tiempo 60 gramos de parmesano. Filtraremos el aceite de ajo, utilizando preferiblemente una estameña, eliminando todo el sólido.
- Retiraremos la corteza del pan con un cuchillo de sierra, cortándolo en dados grandes de unos 2 cm de lado, teniendo en cuenta que luego, tras el tostado, mermarán considerablemente. Distribuiremos los trozos uniformemente sobre una fuente refractaria, sin amontonarlos. Embadurnaremos el pan con 3 cucharadas soperas de aceite de ajo y otras 3 de parmesano.
- Sazonaremos con pimienta blanca y removeremos, tratando de que la mezcla quede repartida por igual. Tostaremos los picatostes con el grill del horno, es decir, únicamente con la resistencia de arriba, removiéndolos con frecuencia para cerciorarnos de que el tostado queda uniforme. Entretanto, lavaremos las lechugas, escurriéndolas con cuidado y secándolas concienzudamente.
- Asimismo, exprimiremos el limón. Coceremos el huevo durante 3 minutos, introduciéndolo en el agua una vez haya roto a hervir. Transcurrido el tiempo, lo cascaremos en un recipiente para batidora como de un huevo se tratase. Seguidamente, añadiremos el resto del parmesano, la salsa Worcestershire, pudiéndose sustituir por salsa de soja, vinagre balsámico o vinagre de Jerez.
- Agregaremos también el zumo de limón y salpimentaremos, batiéndolo todo hasta emulsionarlo. Presentaremos la salsa en el fondo de una ensaladera, colocando encima la lechuga, los picatostes y el pollo desmenuzado, siempre frío y sin piel. Removeremos con cuidado para no desbaratar el pan o romper la lechuga, terminando con un poco de parmesano rallado, sirviendo de inmediato.
- ¡Qué aproveche!
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