- Raciones: 12 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 25
- Tiempo de Cocinado: 4
- Calorías: 380
- Dificultad:
Fácil
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Los gofres constituyen un poderoso reclamo de las ferias y fiestas que cada verano toman posición en todos los pueblos de España. El olor de un gore recién hecho resulta embriagador, abriendo el apetito e hipnotizando los sentidos. Abundantes son los toppings que suelen regar los gofres, sin embargo, como proclamaba aquel célebre anuncio de la conocida cadena de pizzas, el secreto está en la masa. Existen básicamente dos tipos de gofres: el gofre de Bruselas y el de Lieja.
Quizá ambas fórmulas lleguen a confundirse en muchas ocasiones, no obstante, no comparten ni receta, ni historia, ni siquiera aspecto, por no hablar de la cocción y otros pormenores. Por su parte, el gofre de Lieja hunde sus raíces en Bélgica, como resultado de la petición del Príncipe de Lieja a su cocinero en el siglo XVIII. El empeño del noble no era otra que el de deleitarse con un nuevo dulce particularmente sabroso, dando lugar a una masa ovalada de bordes irregulares.
Consta de 24 agujeros exactamente, dibujados en filas de cuatro por seis. El elemento diferenciador en este gofre, más allá de su masa dura, tiene que ver con la presencia de azúcar perlado. Ingrediente típicamente belga y de consistencia rocosa, se encarga de conferirle una textura crujiente a cualquier masa. Mientras tanto, el gofre de Bruselas guarda forma rectangular, evidenciando finas crestas y enormes agujeros que permiten sumar rellenos dulces líquidos.
Es por definición más ligero y aireado, con reminiscencias ligeramente avainilladas, mientras que el de Lieja destaca por su gran cantidad de azúcar y aroma embriagador. Este último puede encontrarse en dos sabores: vainilla o canela, a menudo sin ningún relleno o cobertura. En cuando a su degustación, es disfrutable tanto frío, como templado o caliente, convirtiéndose en un acompañante ideal para esas frías mañanas de invierno junto a una taza de café o té muy caliente.
Ingredientes
Instrucciones
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- Comenzaremos disolviendo la levadura en el agua, dejando que la preparación repose cubierta con papel film durante unos 20 minutos, o el tiempo suficiente hasta que burbujeé. Aparte, en otro bol, mezclaremos la harina junto a la sal y el azúcar, tamizándolos e incorporándolos a la preparación anterior. Integraremos todos los ingredientes, amansándolos con una lengua.
- Iremos añadiendo los huevos uno a uno, homogeneizándolos de manera individual, es decir, no agregando el próximo hasta que el primero se encuentre perfectamente asociado. Con la masa ya cohesionada, echaremos la mantequilla atemperada en trozos pequeños, procurando hacerlo paulatinamente para que logren fundirse en la masa. Obtendremos una masa bastante pegajosa.
- No incorporaremos más harina, aunque nos sintamos tentados a ello. Reposará cubierta dentro de un bol aproximadamente 30 minutos, espolvoreando el azúcar perlado de tal manera que se reparta equitativamente por toda la mesa. Entretanto, calentaremos la gofrera o, en su defecto, una sartén antiadherente pequeña, la típica que emplearíamos para preparar tortitas o crepes.
- Con la plancha de gofres bien caliente, verteremos una cucharada generosa de masa en el interior, cerrando la tapa para que se cueza, dorándose en apenas unos minutos. Dispondremos el gofre en un plato de postre, sirviéndolo acompañado de chocolate, nata, fruta o sirope. Preferiblemente, los consumiremos recién hechos, cuando todavía permanecen calientes en el desayuno o la merienda.
- Asimismo, como sugeríamos en la introducción, al tratarse de una masa especialmente dulce y sabrosa, no es necesario incluir toppings para disfrutarlo. No solo ejemplifica el desayuno perfecto, sino que puede servir como postre para una comida de celebración. En tal caso, tan solo tendremos que servirlo acompañado de una bola de helado de cualquier sabor imaginable.
- Son cada vez más habituales las intolerancias al gluten, lo que, por suerte, no significa renunciar al placer dulce. Podemos sustituir la harina de trigo, por harina de coco y almendra, en parejas proporciones, dotando además al gofre de un marcado carácter que se aleja de la neutralidad de la harina común. Incluso es posible que los no celiacos se acaben aficionando igualmente a ellos.
- ¡Qué aproveche!
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