- Raciones: 12 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 15
- Tiempo de Cocinado: 30
- Calorías: 280
- Dificultad:
Fácil
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Los fenicios se encargaron de introducir el higo a través del Mediterráneo, mientras que los griegos extendieron su cultivo en Asia Menor y Palestina, siendo los países de la cuenca del Mediterráneo, sobre todo Turquía, los principales productores mundiales en la actualidad. La higuera penetró con sus fecundas raíces por primera vez en la región de Oriente Próximo, no obstante, las antiguas civilizaciones del mediterráneo ya lo consumían antes de llegar a Europa.
Hay referencias consistes de su existencia en las pirámides de Giza, sospechándose que incluso el hombre cazador - recolector ya se deleitaba con este falso fruto particularmente dulce. Actualmente, gracias a procesos de hibridación y selección genética, obtenemos muchos frutos de gusto marcadamente dulce, sin embargo, no son tan frecuentes en la naturaleza como cabría esperar. Tanto es así, el higo se utilizó históricamente en repostería como endulzante natural.
Es conveniente hacer una diferenciación, ya que es posible extraerlos en dos estados diferentes de maduración, apreciándose ciertas disimilitudes. Por un lado, las brevas, son los primeros frutos de la higuera, haciendo acto de presencia al final de la primavera, mientras que los higos brotan en verano y otoño. Con respecto a las primeras, decir que son sutilmente menos dulces, apreciándose aromas que evocan a la pera o el melocotón, destilando alguna nota ácida que equilibra el sabor.
El goce de comer unos higos en su perfecto punto de maduración, solo se compara con el que pueden ofrecernos como base para una mermelada sin azúcar. Si queremos endulzar unas tostadas, tortitas, tartas o pasteles, sin que ello supongo un desequilibro en la dieta, podemos llevar tener siempre a mano una deliciosa mermelada de higos sin azúcar. No solamente contiene 16 gramos de azúcar por cada 100 gramos, sino que aportan además fibra, calcio y manganeso.
Ingredientes
Instrucciones
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- La stevia líquida contribuirá a reforzar el dulzor del higo, aunque podemos prescindir de ella completamente o sustituirla por cualquier otro edulcorante artificial sin calorías, como el eritritol. Comenzaremos pelando y secando los higos con delicadeza, cerciorándonos antes de adquirirlos de que presentan una piel tersa, mostrándose maduros, que no pasados, algo demasiado habitual.
- Podríamos, si así lo decidimos, dejar la piel, eso sí, esta no es tan dulce y podría opacar ligeramente el sabor de los higos. Dispondremos los higos en un cazo lo suficientemente amplio, seguidos del zumo de limón. Al agregarlos, los iremos cortando al vuelo en cuatro trozos con una puntilla, machacándolos todos cuando estén dentro con una cuchara de madera o lengüeta.
- Ahora es el momento de incorporar la stevia, pues no es termolábil, tolerando perfectamente el calor sin ver degradado su poder endulzante. Llevaremos el cazo al fuego, con potencia media, calentándolo al mismo tiempo que continuamos machacando los higos. De este modo, soltarán los jugos, pudiendo añadir en el proceso un chorrito de agua para facilitar esta licuación.
- Posiblemente, y en función de la madurez de los frutos, encontremos unos niveles de pectina insuficientes como para lograr una textura similar a la mermelada. Son muchos los que recomiendan entonces agregar unas semillas de chía, que no solo consignarán espesar la mezcla, sino que también sumarán un valor gustativo y nutricional añadido, como fuente rica en omega 3.
- Otra opción, quizá menos atractiva, consista en emplear un espesante como la goma xantana en proporciones muy pequeñas, de alrededor de media cucharadita. Finalmente, dejaremos que atempere antes de proceder a guardarla en tarros herméticos. La textura de esta mermelada, algo tosca, puede afinarse triturando la mezcla con una batidora, o mejor aún, en una Thermomix.
- Esterilizaremos los frascos, llevándolos a ebullición completamente cubiertos de agua en una olla durante al menos 25 minutos, dejando que se enfríen sobre un paño de algodón limpio. Antes de que la mermelada se enfríe por completo, la introduciremos en los tarros sin rebosarlos, tapándolos con fuerza mientras terminan de enfriar boca abajo encima de un paño de algodón.
- Con esta técnica casera conseguiremos un vacío suficiente como para que la mermelada aguante por 1 años aproximadamente. Recomiendo, siempre que vayamos a hacer conservas para mucho tiempo, adquirir tarros que vayamos a usar en exclusiva para tal fin, impidiendo así la contaminación cruzada, como tampoco la presentaremos en tarros muy grandes, bastando 250 ml.
- ¡Qué aproveche!
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