Muchos lectores se habrán sorprendido al encontrarse con la publicación que nos ocupa, tal vez porque consideren las patatas fritas un acompañante trivial, al que no merece la pena prestar demasiada atención, pero nada más lejos de la realidad. Pocas cosas complacen más que una guarnición a la altura del alimento principal, incluso superándolo. A lo máximo que podemos aspirar cuando se trata de patatas fritas es lograr un exterior crujiente con una pulpa sedosa.
Tal vez dicha tarea pueda parecer sencilla, y si bien no es un imposible, requiere de ciertas habilidades y, sobre todo, conocimientos. Antes de meternos de lleno en la técnica, un poco de historia acerca de este popular y humilde bocado. Bélgica y Francia mantienen una disputa abierta por arrogarse la invención de la patata frita, sin que hayan podido llegar a un entendimiento. Como muchos sabrán, la patata no arribaría en Europa hasta el siglo XV, procedente de América.
500 años han pasado desde entonces, sintiendo la patata como algo que siempre estuvo ahí. Curiosamente, y como ya hemos mencionado en otras ocasiones, la patata fue considerada durante mucho tiempo poco más que forraje para el ganado. Las sucesivas hambrunas, sumadas a la resistencia y exuberancia de la planta, que nos obsequia con cantidad de frutos, esta situación cambio. Los belgas sostienen que las patatas fritas nacieron en la provincia francófona de Namur.
Concretamente, en 1680, un año fatídico en el que el duro invierno se cebó con la población, congelando el río Mosa y negándoles así el sustento. Con el afán de sustituir los pequeños peces a los que tan acostumbrados estaban, convinieron freír patatas, quedando gratamente sorprendidos. Por su parte, los franceses, defienden una versión bien diferente, aunque quizá lo más apropiado sea acordar, como apuntan todas las fuentes consultadas, a un origen francófono.
Antes de dar paso a la receta señalaremos cuestiones fundamentales sobre la patata, en especial de la patata apta para fritura. ¿Qué características debe reunir una patata para que se convierta en preferencia a la hora de someterla a fritura? Básicamente, y a grandes rasgos, que posean una piel fina, con carne amarilla y un contenido en azúcares (almidón) bajo. Así, la candidata estrella a formar parte de nuestro plato es ni más ni menos que la compacta, equilibrada y versátil, agria.
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