- Raciones: 8 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 15
- Tiempo de Cocinado: 20
- Calorías: 380
- Dificultad:
Fácil
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De toda la cocina norteña, la cántabra es probablemente la que más inadvertida pase a los foráneos, sin embargo, esconde tesoros de incalculable valor como que la quesada pasiega. Bucear en sus orígenes es una tarea no desprovista de dificultad, ya que sus huellas resultan imprecisas. Obras literarias del calado de El Libro de Buen Amor, del Arcipreste de Hita, relatan en sus páginas sobre una versión cercana a lo que actualmente ejemplifica la quesada pasiega.
Las virtudes que se intuyen de este postre, como en cualquier otro plato de raíces humildes, brillan con luz propia en presencia de una buena materia prima. En este caso, como en el de los sobaos, la raza vacuna pasiega nos deleita con una leche cremosa, suave y denotadamente dulce. A la leche, se le une otro elemento de notas lácticas, como la mantequilla, además de los huevos de gallinas criadas en libertad, sin olvidar el trigo labrado y seleccionado con mucho esmero.
Degustar una quesada es, en parte, una evocación positiva del pasado, un viaje a una época en la que las materias primas poseían una nobleza y calidad hoy inexistente. Pese a todo, podemos tratar de emular la rotunda honestidad de este postre si prestamos atención, insisto, a la calidad del producto. Poca importancia le damos a la mantequilla, una grasa de hegemónica presencia en el norte, en contraposición al sur, donde el aceite de oliva acapara todas las atenciones.
La utilización de la mantequilla en el norte no es más que el resultado de una herencia bárbara, concretamente de los bretones e ingleses, quienes la empleaban por su color y textura en solemnes ceremonias religiosas. Injustamente denostada por una feroz campaña publicitaria orquestada por los grandes conglomerados alimenticios, la mantequilla, constituye una grasa de extraordinarias cualidades organolépticas, sin duda muchos mejores que la laureada margina.
Ingredientes
Instrucciones
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- Emplearemos para la receta queso de Burgos, preferiblemente, con un porcentaje de leche de oveja en su composición, lo que redundará en un sabor más contundente. Comenzaremos precalentando el horno a 200 °C, con calor arriba y abajo, sin la función de aire activada.
- Dispondremos los 500 gramos de queso en un bol y lo desmenuzaremos con la ayuda de unas varillas sin mayor dificultad con unas varillas, dado que su textura es blanda y acuosa. Seguidamente, agregaremos 2 huevos y los integraremos con el queso hasta obtener una mezcla homogénea.
- Añadiremos los 50 gramos de mantequilla previamente derretida, tratando de que el suero no se disocie. Le daremos pequeños golpes de calor en el microondas o, en su defecto, la sumergiremos en un baño María. Permanece vigilante si la metes en el microondas, pues podría llegar a explotar.
- La razón por la que la mantequilla explota en el microondas tiene que ver con su porcentaje de humedad, es decir, agua, de alrededor del 20%. Al separarse, se formarán dos capas líquidas, una superpuesta encima de la otra, quedando la capa de agua abajo, volatilizándose violentamente.
- Tampoco es recomendable que se encuentre muy caliente en el momento de añadirla. Mezclaremos nuevamente y, a continuación, incorporaremos los 160 gramos de azúcar. Finalmente, echaremos el resto de secos, a saber: la harina, la sal, la ralladura de limón y la canela.
- Menearemos vigorosamente con la varilla hasta lograr una mezcla homogénea de aspecto grumoso. Entretanto, forraremos un molde redondo o cuadrado de 20 cm de lado con papel sulfurizado, asentándolo en el fondo con la ayuda de un poco de mantequilla en spray.
- Verteremos la mezcla en el interior del molde, dejándolo caer sobre la mesa unos centímetros para eliminar cualquier rastro de aire. Lo introduciremos en el horno a media altura encima de la rejilla alrededor de 20 minutos o hasta que la parte superior luzca con un tostado irresistible.
- Sacaremos la quesada del horno y dejaremos que se atempere antes de desmoldarla. La quesada puede consumirse templada o fría. Como sugerencia de presentación te proponemos servir un trozo de quesada acompañado de una quenelle de helado de leche con almendras. ¡Delicioso!
- ¡Qué aproveche!
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