- Raciones: 4 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 35
- Tiempo de Cocinado: 90
- Calorías: 450
- Dificultad:
Fácil
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La carne de pollo representa la principal fuente de proteína en el mundo desarrollado, habiéndose convertido en eje vertebrador de un sinnúmero de dietas, pregonándose tanto por el hemisferio occidental como por el oriental. Se cree que la domesticación de esta ave podría situarse hace más de 4.500, surgiendo en el Valle del Indo, para más tarde extenderse a Persia y Europa. Los germanos y el imperio romano fueron los primeros en comerciar con esta carne entonces exótica.
Durante la Edad Media, se promulgaron múltiples creencias que hoy nos parecerían a todas luces ridículas, como la idea peregrina de que el pollo encuentra su origen en el medio acuático. De ahí que su consumo estuviera permitido en la época de cuaresmas, presidiendo las mesas señoriales. Tanto es así, que durante siglo X, la carne de pollo fue considerara carne de señores, ofreciéndose en ocasiones como tributo a los señores feudales, quienes lo servían en ostentosos banquetes.
Estamos acostumbrados a ver como estas aves, muchas veces de enormes proporciones, se presentaban en la mesa entera, poniendo a prueba a la pericia y voracidad de los invitados, rompiendo y engullendo la carne como auténticos bárbaros. Más adelante, ya en el siglo XV, los españoles introdujeron el pollo en el Nuevo Mundo, cambiando para siempre su cultura. No obstante, el pollo no se transfigura en un alimento de consumo de masas hasta entrado el siglo XX.
Los recetarios populares están abonados con tantas recetas de pollo como cocineros se han prestado alguna vez a prepararlo, ya que su carne blanca tolera todo tipo de cocciones, amén de converger con un amplio abanico de ingredientes. El rottis de pollo tal vez no suponga una manera vanguardista de cocinarlo, sin embargo, sigue siendo una de las ricas y agradecidas. Aunque laborioso, el rottis de pollo no resulta especialmente complejo. ¡Te lo contamos todo!
Ingredientes
Instrucciones
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- Comenzaremos abriendo las pechugas en forma de libro, empleando para ello un cuchillo cebollero perfectamente afilado. Con la pechuga sobre la tabla, apoyaremos la mano izquierda sobre la misma, ejerciendo una leve presión, al mismo tiempo que con la otra deslizamos el cuchillo por la mitad, practicando el corte en una sola pasada, evitando formar escalones.
- Evidentemente, no llegaremos al final, sino que dejaremos la carne unida por al menos dos centímetros, permitiéndonos así desplegarlo, configurando esa imagen de libro abierto. Salpimentaremos generosamente la carne, disponiendo una loncha de jamón, seguida de unas lascas de queso de nuestra elección, así como la carne picada, también correctamente sazonada.
- Enrollaremos la pechuga sobre sí misma y bridaremos la carne, compactándola concienzudamente sin que pierda su forma cilíndrica. Volveremos a salpimentar por fuera, marcando los rottis en una sartén de hierro a fuego vivo con un poco de aceite de oliva virgen extra o manteca de cerdo. Cuando consigamos dorarlos profusamente por toda su superficie, los retiraremos, reservándolos.
- En la misma grasa, pocharemos las chalotas junto al ajo, bajando al fuego al mínimo. Antes de que el ajo comience a quemarse, desglasaremos el fondo vertiendo el vino rancio, subiendo al fuego al máximo y evaporándolo casi por completo. Traspasaremos los jugos a un sauté, acompañados de los rottis, mojándolo con 1 litro de caldo de pollo, añadiendo alguna especia como el tomillo.
- Cocinaremos con la tapa puesta a fuego mínimo durante al menos 1 hora. Procurar, eso sí, que al menos hasta la mitad de la cocción los rottis queden completamente cubiertos de líquido, pudiendo complementar el caldo de pollo con un poco de agua mineral. Entretanto, saltaremos el champiñón portobello a fuego vivo en una sartén de hierro durante 1 minuto, reservándolos.
- Finalmente, ligaremos la salsa resultante con un poco de maicena previamente diluida en agua fría, empleando una reductora o aprovechando el mismo sauté. Como sugerencia de presentación, te proponemos servir el rotti en el centro de un plato hondo, napándolo generosamente con la salsa. Alrededor desperdigaremos el champiñón laminado, culminando con cebollino picado y piñones.
- ¡Qué aproveche!
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