- Raciones: 4 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 12
- Tiempo de Cocinado: 30
- Calorías: 280
- Dificultad:
Fácil
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Hoy os traigo una salsa que personalmente es una de mis favoritas, especialmente para acompañar a la carne: salsa roquefort sin nata.
Como veis, he recalcado que la salsa roquefort es sin nata ya que existen diferentes recetas de salsa roquefort que la incluyen, pero en mi opinión, esta versión es la mejor si te gusta el roquefort, además de ser menos calórica y tener una textura más ligera.
Antes de ver cómo hacer salsa roquefort sin nata, permitidme que os cuente algunas cosas interesantes sobre las salsas en general, y la salsa roquefort en particular.
Podríamos definir la salsa como una elaboración entre líquida y cremosa que busca aportar matices, colores y aromas, complementando en perfecta sinergia al plato que acompaña.
Las salsas tienen presencia en el repertorio gastronómico, al menos desde la época del Imperio Romano, civilización que cultivó un gusto exquisito por la buena mesa. Tal vez a algunos les suene el garum, un aderezo muy potente a compuesto de vísceras de pescado fermentadas y especias.
La cocina mediterránea está sumamente influenciada por la gastronomía francesa, destacando la figura, entre otras, de Auguste Escoffier, el gastrónomo que se enfrentó a la titánica tarea de recopilar y actualizar las técnicas de cocina tradicionales.
Estableció además una categorización renovada para las salsas, creando el concepto de salsa madre, bases de las que emanan otras salsas derivadas y que abarca la práctica totalidad del repertorio gastronómico de la haute cuisine.
Así, se estipula que las salsas madres son exactamente 6, a saber: la bechamel, la española, la holandesa, la mayonesa, la pomodoro y la velouté, capaces de englobar a todas las demás.
Sabiendo esto, podemos afirmar que la salsa roquefort bebe directamente de la salsa bechamel, ya que está constituida por un roux ligero que se saboriza con un queso vigoroso y aromático.
Originario también de Francia, este queso azul se manufactura con leche cuaja de oveja.
Suele presentarse en pequeñas porciones que se colocan sobre un biscote a modo de degustación, y siempre, en una tabla de quesos, se dispone el último para no eclipsar al resto.
Entre sus usos más habituales, se encuentra el de acompañar, ya sea en forma de salsa o desmigado, a la carne, sobre todo a cortes de nobles como el solomillo.
Quizá para muchos suponga un sacrilegio, no obstante, dándole la fuerza adecuada lograrás un justo equilibrio.
Cómo hacer salsa roquefort sin nata
Como comentaba al principio, existen tantas formas de
realizar la salsa de roquefort como cocineros, aunque en mi opinión no todas lo suficientemente bien ejecutadas, como
la que incluye nata.
Personalmente, considero que partir de una bechamel, ayuda a amortiguar la picazón y no ahogar el delicado sabor de la carne.
Asimismo, lograremos diferentes consistencias simplemente modificando la proporción de harina, permitiéndonos conseguir una textura más aterciopelada o áspera en función de nuestros gustos.
Vamos a verla receta paso a paso.
Ingredientes
Instrucciones
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- Si se me permite la vanidad, no es necesario recurrir a un queso azul francés como el roquefort, máxime cuando en España atesoramos una riqueza en materia de quesos sin parangón, con el distinguido y laureado Queso Cabrales o el Picón, sin olvidarnos del Gamonéu o el queso de la Peral. Todos increíblemente deliciosos y sin nada que envidiar al hegemónico Roquefort.
- Dicho lo cual, llevar a cabo esta salsa no podía ser más sencillo, especialmente si somos diestros en el arte de las croquetas. Como indicábamos en la introducción, partiremos de un roux. En un sauté, o una surten honda en su defecto, que llevaremos a fuego bajo - medio agregaremos la mantequilla fría, seguida de la harina. Mezclaremos con una varilla hasta forma un engrudo, cocinándolo durante al menos dos minutos.
- Es necesario que la harina se tueste ligeramente para evitar ese desagradable sabor farináceo a crudo que se produce cuando esta no se ha cocinado lo suficiente. Entretanto, verteremos la leche en un cazo pequeño que calentaremos a fuego medio, manteniéndolo caliente para mojar la roux. A continuación, con la harina ya cocida, iremos incorporando la leche en diferentes tandas.
- Removeremos constantemente con la varilla al mismo tiempo que añadimos la leche, insistiendo en el fondo y el borde del sauté. Continuaremos meneando y deshaciendo los grumos que se hayan podido formar, mientras observamos como se va espesando y cogiendo cuerpo. Cuando entre en ebullición, desmenuzaremos el queso y lo integraremos en la bechamel, deshaciéndolo.
- Salpimentaremos y cocinaremos durante aproximadamente 20 minutos, contando desde el primer hervor, sin parar de remover con la varilla ni un instante. Comprobaremos el punto de sal y pimienta, rectificando en caso de ser necesario. Reduciremos hasta obtener la consistencia deseada, teniendo en cuenta que, cuanto más evapore, más concentrado y potente será el sabor.
- Los que sean habituales del blog sabrán que en La Receta de la abuela me gusta cocinar sin grandes florituras, al estilo tradicional, lo que no es óbice para que de vez en cuando sucumba a las veleidades de la cocina moderna. Un producto que no puede faltar en mi despensa es la goma xantana, un hidrato de carbono producto de la fermentación del maíz ideal para espesar, caldos y salsas como esta de roquefort.
- Este agente espesante aporta una textura muy sedosa, sin sumar calorías, y con un margen de seguridad altísimo. Bastará con media cucharadita para terminar de darle la consistencia deseada, diluyéndola previamente en un poco de leche. Apartaremos la salsa del fuego y la trasladaremos a un tarro hermético o tazón, pudiéndose conservar por hasta 3 o 4 días correctamente refrigerada.
- ¡Qué aproveche!
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