- Raciones: 4 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: 25
- Tiempo de Cocinado: 45
- Calorías: 380
- Dificultad:
Fácil
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Extremadura es una región que por su situación geográfica, lindando con el país vecino, Portugal, pasa en ocasiones inadvertida, sin embargo, atesora discretamente un patrimonio gastronómico extraordinario. Conocida es su destreza con los embutidos y chacinas, especialmente con el laureado jamón ibérico o, incluso, los quesos de cabra, pero también encontramos una serie de platillos que evidencian un acervo cultural de la huerta que es digno de tomar en consideración.
Tanto es así, que la sopa de tomate extremeña se ha convertido en uno de los platos con mayor prestigio regional, dando el salto a la alta cocina. De su sencillez y humildad estriba seguramente su apabullante exhibición de color y sabor, desplegando una sinfonía plagada de notas que casan a la perfección. Este fenómeno está motivado por la estacionalidad, encontrando sinergias gustativas cuantificables cuando se trata de productos que se cosechan en la misma época del año.
Sus orígenes, como no podría ser de otra manera, están ligados a las fatigosas jornadas en el campo bajo el sol abrasador del verano. Era frecuente que entre cuchara y cuchara de sopa, tomaran, a modo de guarnición, unos higos, que se cambiaban por uvas a partir de septiembre. En Jaraíz de la Vera, donde se elabora el famoso pimentón ahumado con denominación de origen, aún conservan la tradición de tomar la sopa con fruta de temporada, sorprendiendo a los foráneos.
No solo el tomate se torna protagonista indiscutible de la sopa de tomate extremeña, sino que el mencionado pimentón de la Vera, desempeña un papel fundamental. Innegociablemente, el producto empleado para esta sopa estival debe ostentar distintivos de calidad diferenciada, como el tomate extremeño y el pimentón de la Vera. Podemos realizar alguna concesión si estos no nos resultan accesible, siempre y cuando el sustituto tenga calidad pareja y desluzcan el resultado.
Ingredientes
Instrucciones
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- Antes de nada, tendremos que escaldar los tomates. Prepararemos una cazuela en la que verteremos abundante agua, llevándola a ebullición a fuego máximo. Entretanto, agarraremos un bol en el que introduciremos hielo y agua fría, para así cortar la cocción rápidamente. Cuando arranque a hervir, echaremos los tomates con una pequeña incisión en forma de cruz.
- Este corte simplificará enormemente el pelado. Contaremos 20 segundos, e inmediatamente después los sacaremos y pasaremos al baño de hielo que teníamos preparado. Aguardaremos unos minutos para que bajen la temperatura, y a continuación los pelaremos y despepitaremos. Cortaremos el tomate en concassé y reservaremos en un plato para usarlo más tarde.
- En una parisién, agregaremos un fino chorro de aceite de oliva virgen extra, donde rehogaremos a fuego medio la cebollada picada en mirepoix. Seguidamente, añadiremos el pimiento verde troceado también en mirepoix y cocinaremos hasta que la cebolla y el pimiento se vuelvan transparentes, sin dorarlos. Retiraremos del fuego y añadiremos el pimentón, integrándolo.
- Evitaremos con este gesto que el pimentón se queme y acabe amargando. Nuevamente, regresaremos la sartén al fuego e incorporaremos el tomate, friéndolo a fuego máximo sin parar de remover, ya que el tomate tiende a agarrarse. Transcurridos 20 minutos, sazonaremos y cubriremos con agua mineral, teniendo en cuenta que es conveniente que hierva.
- Comprobaremos el punto de sal, y subsiguientemente, agregaremos los ajos majados en crudo junto al comino, dejándolo al fuego sin menearlo hasta que comience a espumar, momento en el que incorporaremos las sopas de pan, cortadas previamente en trozos generosos. Apagaremos el fuego, las taparemos y dejaremos reposar alrededor de 15 o 20 minutos antes de servirlas.
- Recuerda que tiene que quedar suficientemente caldosa como para que constituya un primero de cierta contundencia. Acompañaremos, como mandan los cánones, con uvas, cerezas, higos o, si nos suena demasiado extravagante, con cebollas o pimientos verdes. Adicionalmente, para aportar un toque proteico al plato, incluiremos un huevo poché que mantengan la yema líquida.
- ¡Qué aproveche!
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