- Raciones: 4 Persona(s)
- Tiempo de Preparación: -
- Tiempo de Cocinado: -
- Calorías: 500
- Dificultad:
Fácil
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Sabéis que de vez en cuando me gusta traer al blog una de esas recetas que, aunque exóticas, encajan perfectamente con nuestra idiosincrasia gastronómica. Del mismo modo, me gusta reivindicar las legumbres como alimento base en cualquier dieta, ya que aglutinan un sinfín de beneficios, con un perfil nutricional sin parangón. Por su fácil digestión, rápida preparación y versatilidad, las lentejas son sin duda una de las más interesantes, además de las más ricas.
Como contaba en anteriores publicaciones sobre las acelgas, las lentejas arrastran también un estigma, muchas veces motivado por la escasa destreza o falta de conocimientos en la cocina. Históricamente, estuvieron reservadas a épocas de hambrunas, considerándose comida de pobres, no obstante, formaron parte de la dieta de multitud de culturas. Para quienes no lo sepan, la lenteja es uno de los cultivos más antiguos, remontándose sus orígenes a más de 6000 años atrás.
La tradición española no admite demasiadas complejidades, limitándose normalmente a los embutidos y chacinas como acompañamiento, en platos tan castizos como las lentejas con chorizo. Pese a que ciertamente nos encantan, el cerdo pervierte un plato que se presume equilibrado, haciéndolo más calórico. Las lentejas al ras el hanout, no solamente están riquísimas, sino que podrán incluirse en regímenes hipocalóricos o, incluso, en una dieta de tipo vegano.
El ras hanout no es más que una mezcla de especias que podemos encontrar en Oriente Medio, a menudo como aderezo de arroces, verduras, sopas, tagines o, como en este caso, legumbres. Existen diferentes formulaciones, aunque todas comparten los mismos matices gustativos y aromáticos, virando entre el amargo y el duce, dejando tras de sí un tenue dejo de calor. En caso de que no encontraras el mix, suele llevar: canela, cilantro, comino, cardamomo, cúrcuma y chile.
Ingredientes
Instrucciones
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- En un sauté verteremos un fino chorro de aceite de oliva virgen extra, sofriendo en el a fuego medio la cebolla picada en brunoise hasta que adquiera un apetecible color dorado. Seguidamente, añadiremos el ajo en láminas y el jengibre fresco, pudiendo encontrar en el mercado pasta de jengibre o, incluso, algunas mezclas que incorporan tanto ajo como jengibre.
- Mantendremos el fuego a la mitad, removiendo constantemente para evitar que el ajo y el jengibre se quemen, rehogándolos durante unos 3 minutos. A continuación, incorporaremos las lentejas junto al ras el hanout, ajustando la cantidad a nuestros gustos y la fuerza del preparado. Probablemente, para el paladar occidentalizado baste simplemente con una cucharadita rasa.
- Agregaremos agua hasta cubrir las lentejas holgadamente, la cual puede sustituirse siempre, por ejemplo, por un caldo de verduras, dándole un extra de sabor y nutrientes. Asimismo, echaremos una cucharadita de pasta de tomate, que le otorgará fuerza. Llevaremos a ebullición a fuego máximo, bajándolo prácticamente al mínimo cuando rompa a hervir, colocando una tapa.
- Coceremos entre 25 y 60 min, tiempo que variará en función de la variedad de lenteja y la dureza del agua, empleando, en mi caso, agua del grifo, y demorándose unos 30 minutos. La lenteja roja o coral, típica de la cocina turca, es muy fina y digerible, cociéndose más rápidamente que otras. Pruébalas constantemente, lo que te permitirá conocer su dureza, sazonándolas si fuera necesario.
- Como sugerencia de presentación, sirve las lentejas en un cuenco, debidamente acompañadas por un poco de arroz pilaf, plato simbiótico que consigue sumar un aminograma completo. Personalmente, me gusta introducir en la ecuación un pan de pita, obteniendo de este modo un plato genuino de Oriente Medio, sin olvidar que se trata de una opción saludable y sabrosísima.
- Remataremos espolvoreando un poco de cilantro finamente picado. Curiosamente, en no pocos países, es tradición comer las lentejas acompañadas de un yogur natural, ayudando notablemente a la digestión. A priori podría parecer una aberración, sin embargo, si seleccionamos un yogur griego natural, resulta exquisito. Te animo a explorar y experimentar con las cocinas del mundo.
- ¡Qué aproveche!
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